Un día como hoy hace 8 años, el Banco Central presidido por Juan Carlos Fábrega acordó con Cristina Fernández de Kirchner la receta que hoy suena como una herejía: devaluación. Entre el 22 y el 23 de enero de 2014, el dólar aumentó un 23% y saltó de $6,50 a $8. La medida se complementó con dos meses previos de aceleración del ajuste cambiario controlado (el tan actual crawling peg) y un fuerte salto de la tasa de interés, del 16% al 26% anual durante enero.
Una de las razones centrales de esa decisión, tomada un par de meses después de las elecciones de medio término, fue que el kirchnerismo entendió que la débil posición de reservas (USD 29.000 millones entonces) no llevaría a buen puerto la segunda mitad del mandato presidencial. Pese a ciertas coincidencias con la etapa, el gobierno sostiene que no devaluará.
Hoy, las reservas vuelven a estar en el centro del debate no solo porque son pocas, como en 2014, sino porque enfrentan una cuenta regresiva: el demorado acuerdo con el FMI.
Los casi USD 39.000 millones de reservas brutas del Banco Central del último viernes podrían transformarse en reservas netas de alrededor de USD 300 millones la semana próxima cuando el BCRA le pague al Fondo Monetario vencimientos por USD 1.100 millones, según analistas consultados por Infobae. El inminente pago es tan crucial que ayer aceleró intensas negociaciones virtuales entre Washington y Buenos Aires y generó que en el gobierno se evalúe la posibilidad de no cumplirlo.
Extender la negociación tuvo un duro costo para las reservas: durante 2021 se pagaron al FMI USD 5.160 millones que, de haber arreglado, estarían aún en las arcas del Central. En el gobierno nadie oculta que no hay reservas suficientes para pagar los vencimientos de marzo, por cerca de USD 2.900 millones.
Un informe de GRA Consultora, dirigida por Gabriel Rubinstein, con datos al 21 de enero desglosa cuáles son los ítems que deben descontarse de los USD 38.943 millones de reservas brutas o totales, para llegar a las reservas netas. De ese monto hay que restar algunos pasivos, como los swaps con el Banco Central de China, por el equivalente a USD 20.477 millones; los swaps del Banco de Basilea (BIS) por USD 3.109 millones; un préstamo de Sedesa por USD 1.764, otra operaciones con el Tesoro por USD 313 millones y, por último, otros USD 12.195 millones de los encajes bancarios, es decir, el monto que cada banco debe resguardar en forma obligatoria en el BCRA por cada depósito en dólares de sus clientes.
Con ese desglose, las reservas netas del Banco Central se ubican en USD 1.085 millones. Y las reservas líquidas, es decir las que pueden servir de “poder de fuego” para intervenir en el mercado, quedarían en un nivel negativo de USD 3.078 millones por las tenencias de oro (USD 3.651 millones) y de Derechos Especiales de Giro, DEG (USD 631 millones), la moneda del FMI que solo se utiliza para pagarle al organismo. La estimación de Rubinstein incluye una operación de “alquiler” de las tenencias de oro por las que el BCRA consiguió USD 120 millones líquidos.
“Para el 1° de febrero, las reservas netas quedarán en USD 300 millones”, explicó Pablo Repetto, director de GRA Consultora.
“El Central quedará sin reservas propias para intervenir en caso de que precise hacerlo, tendrá que usar dólares que no le pertenecen”. Las opciones para fortalecer el “poder de fuego” pasarían por activar el swap con China (transformar yuanes en dólares) o por utilizar alguna porción de los encajes.
Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, explicó que según la contabilidad oficial del BCRA al cierre de 2021, las reservas netas son de USD 1.430 millones. “Con lo cual, de sostenerse el mal andar del BCRA en el mercado oficial y de concretarse el pago al FMI, cerrarían el primer mes de 2022 en valores prácticamente nulos”, destacó.
El consultor coincide en que el BCRA, si estuviese obligado a intervenir en el mercado, “podría recurrir a parte de los encajes de los depósitos, sobre todo los que tienen como contrapartida al sector público. También podría seguir usando el oro como colateral, algo que de hecho ya está haciendo. Pero la situación se volvería cada vez más precaria”.
¿Qué otras opciones tiene el BCRA para defender la precariedad de las reservas? La receta es bien conocida: más cepo cambiario. “No esperamos que el Central permita un drenaje de reservas. Antes que eso, seguramente buscará reforzar aún más el control de cambios, pisar las importaciones y crear más regulaciones. Por lo menos, hasta que la estacionalidad le permita recuperar divisas”, sugirió Repetto.
La “estacionalidad” a la que alude el economista es la liquidación de los agrodólares, que recién comienza a hacerse más intensa en marzo, mes en el que las reservas quedarán muy erosionadas si el Gobierno no cierra el acuerdo con el FMI.
“No obstante, es importante que si bien crecieron las probabilidades de una demora en el acuerdo, no se ve un escenario de ruptura, de que el gobierno y el FMI rompan puentes. De ser así, la Argentina perdería cualquier otra chance de financiamiento, incluyendo los organismos internacionales. La probabilidad es de que se compliquen las conversaciones y el acuerdo se postergue, incluso hasta julio o agosto”, apuntó Repetto.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, y el titular del BCRA, Miguel Pesce, han reiterado que devaluar “al estilo Fábrega” no está en la lista de posibilidades, aún cuando las alternativas no sean fáciles.
“El Banco Central tiene todavía algunas herramientas si no quiere devaluar, pero todas son costosas en términos de actividad económica. Puede apretar más el cepo, puede subir mucho la tasa de interés o puede convivir con reservas negativas por algún tiempo. Pero tarde o temprano, si no tiene un plan económico propio acordado con el Fondo, las cosas se van a complicar”, dijo a Infobae Francisco Gismondi, de la consultora Empiria y ex director del BCRA.
Con los pagos previstos al FMI para semana próxima, los DEG equivalentes a USD 4.334 millones que la Argentina recibió en agosto pasado como parte del plan global del FMI para paliar la pandemia, habrán vuelto al Fondo en su totalidad. Esa excepcionalidad ya se gastó y no se repetirá este año.
En 2021 las reservas también recibieron otro ingreso imprevisto con la fuerte suba de los precios internacionales de las materias primas que constituyen las principales exportaciones argentinas. La sequía que impacta al sector agropecuario podría generar una cosecha menor en 2022 y, por ende, un menor ingreso de divisas.
Según explicó el economista Fausto Spotorno, un escenario que combine la sequía y una caída de los precios internacionales “nos puede llevar a una pérdida del orden de los 4.000 millones de dólares en materia de exportaciones. Y el problema de esto, es que Argentina para mantener el ritmo de recuperación de la economía necesita más importaciones. Y si hay una pérdida de dólares de las exportaciones, la pregunta es de dónde salen los dólares para importar”.
Un informe de Equilibra resalta que la situación de las reservas del Banco Central “es crítica desde las corridas cambiarias de 2018 y 2019 y se vio agravada por la elevada emisión monetaria de 2020″, ya que las medidas para paliar la pandemia generaron una fuerte asistencia del BCRA al Tesoro. El 2021 encontró al Central “con reservas netas equivalentes a la tenencia de oro de la autoridad monetaria, dejándola prácticamente sin disponibilidad para realizar pagos de deuda o morigerar turbulencias cambiarias”.
Esa situación se alivió con los dos factores mencionados: la mejora en el comercio exterior y la llegada de los DEG del FMI. “Lamentablemente, ninguno de estos dos aspectos se repetirá en 2022 y pese al mayor influjo de divisas, el Central no acumuló reservas el año pasado”, concluyó Equilibra.
Fuente: Infobae