La razón de las infidelidades, según una experta en parejas

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Imagen ilustrativa

La psicóloga belga Esther Perel es mundialmente famosa por sus libros y su trabajo como terapeuta de parejas. Su visión sobre los mecanismos que subyacen a la infidelidad y la oportunidad que representa este acto en una relación es sumamente socorrida entre hombres y mujeres de todo el mundo.

Perel considera que muchas veces el adulterio es algo que puede revitalizar una relación si bien, obviamente, no puede recomendar que esto suceda. Y es que el ser humano en muchos sentidos tiene una tendencia biológica a la infidelidad y nunca ha habido una época en la que sea tan fácil tener una relación de infidelidad y también nunca ha sido tan fácil sorprender a una persona siendo infiel.

Estudiando a numerosos clientes, Perel ha notado que las personas que son infieles «anhelan y añoran una conexión emocional, novedad, libertad, autonomía, sexo intenso, y desean volver a capturar partes de su propia personalidad que se han perdido». Pero al final de cuentas, el verdadero motor y combustible de una relación adúltera o monógama es el deseo, más que el sexo.

Contrario a lo que se piensa, los amores infieles son menos sobre sexo, y mucho más sobre el deseo: deseo de atención, deseo de sentirse especial, deseo de sentirse importante. Y la misma estructura de una relación de infidelidad, el hecho de que nunca puedes tener [totalmente] a tu amante, te deja deseando. Eso en sí mismo es una máquina del deseo, por la incompletud, la ambigüedad, te deja queriendo aquello que no puedes tener.

El deseo es algo sumamente primitivo: el ser humano tiene la necesidad de ser visto, de ser reconocido y aceptado. Y esta misma mirada genera a la vez confianza -la mirada del otro confiere una sensación de existir y tener un soporte de existencia- y a la vez genera deseo de poseer a ese otro, o de recibir constantemente las sensaciones de placer que produce la mirada y el cuerpo del otro. Ya que vivimos en un mundo impermanente es imposible poseer del todo a alguien o sentir lo mismo, pero esto es, a la vez, lo que renueva el deseo.

Notablemente para los vedas, la literatura más vieja de la historia, el deseo fue lo que creó el mundo, un fuego que se encendió en las aguas. Ese deseo es lo que mantiene al mundo en marcha y lo que mantiene una relación. El deseo que se siente por la otra persona y el deseo de ser deseado, son los actos primarios, el fuego que consume todas las relaciones y la energía que las anima y sin la cual todo se vuelve un pálido sucedáneo de tiempos pasados.

Así que si estás en una relación lo más importante que puedes hacer es hacer saber a la otra persona que es deseada y hacerla sentir ese fuego del deseo. Quizás todo lo demás pueda prescindirse; el deseo es la vida de una relación de pareja.

Fuente: Pijama Surf