Fidel Martínez, o «Fidelirante«, el nombre con el que se identifica cuando agarra la eléctrica y se tira al piso a lo Hendrix, o deleita a la gente en ciudades costeras de Brasil; es un músico diamantino que ya va recorriendo varios países llevando su música como principal equipaje. Desde Entre Ríos para el mundo, viajando de un modo austero, pero apuntando a la mayor de las riquezas: aprovechar su tiempo para conocer nuevos lugares e intercambiar experiencias con la gente que se va encontrando. Hablamos con él en esta exclusiva, en la que nos relata una experiencia que a más de uno/a va a dejar con la boca abierta. Entrevista: Gabriel Carruego.
NV: ¿Hace cuanto que saliste?
Fidel: -En enero, aunque perdí el control del tiempo.
NV: ¿Tuviste que salir ilegal del país?
Fidel: – Sí.
NV: ¿Es más complicado viajar de la manera en que lo haces en pandemia?:
Fidel: -Bueno, no creo que exista la pandemia. Me di cuenta de que toda la realidad es un juego y la vamos creando con la mente. Así ocurre con el resto de las leyes, de todo lo que funciona en este sistema, a veces la arman bien, pero sabiendo que es un juego hay que saber que toda ley es posible de burlar. Las leyes son para los pobres. Para los ricos no existen las leyes, hacen cualquier cosa y nunca les va a caer el peso de la ley. Todo se puede doblegar o modificar. Somos parte del universo cósmico, podemos crear la realidad con la mente, acompañados por la intervención divina, el más allá.
NV: ¿Te manejas en colectivo o a dedo?
Fidel: -En colectivo.
NV: ¿Qué países vas recorriendo?:
Fidel: -Hasta ahora Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Brasil.
NV: ¿Qué tal te trató la gente en Brasil?
Fidel: -Demasiado bien, me abrazaron fuerte. Hice muchas entrevistas en canales importantes de los estados, incluso los alcaldes de las ciudades me invitaban a compartir. Muy copado que te reciban de esa manera.
NV: ¿Se te complica con el idioma portugués?
Fidel: -No se me complica, es el español solo que pronunciado diferente, me acostumbré.
NV: ¿Te gusta la comida por allá?
Fidel: -La comida es muy buena.
NV: ¿Te vas para Guyana? ¿Qué esperás encontrar? ¿Ya conocés algo de este país?
Fidel: -Si, pienso ir en estos días. No sé que espero encontrar, supongo que a mí mismo reflejado en distintas aristas. No conozco nada, la verdad.
NV: ¿Hasta donde te gustaría llegar con tu música? ¿A algún país en especial?
Fidel: -En un futuro me gustaría conocer lo más que pueda, no hay un límite. En esta gira en particular, tuve un sueño en el que entraba en Surinam, así que ahora quiero llegar hasta ahí, así que veré si llego y veo si sigo o voy retornando y pensar en una nueva gira. Aprender a vivir el momento es un aprendizaje en el que estoy trabajando.
NV: ¿Te animás a contarnos una o dos experiencias locas que te hayan pasado de viaje?
Fidel: -Cuando experimentás lugares nuevos y has vencido algunos tipos de barreras, todo marcha bien, empezás a irradiar algún tipo de claridad. Pero es el momento oportuno donde se te va a empezar a pegar gente extraña que amenazará con tu libertad. A veces los ves como personas sin malas intenciones, pero sabés que no están favoreciendo tu bienestar. No sabes bien lo que quieren.
Una mujer frenó en su moto y desde un principio no me cayó bien, pero no sé por qué le dejé que me invite a almorzar, dijo que quería ayudarme con la música, pero a mí me gusta como vivo, hay personas que te ven bien y quieren entrometerse, diciendo que van a ayudarte. Pero uno está bien así viviendo callejeramente.
Luego trajo a sus hijos y a su mamá en auto y me llevaron a comer. Hasta ahí todo bien, pero luego ya me cortaron mi pelo, me cambiaron de ropa, y yo siempre sin decir que no. Dejaba que me transformen, no era bueno eso. Y lo peor es que se llevaron mi ropa verdadera para lavar y no me la regresaban con el pasar de los días, lo cual ya me estaba poniendo tenso y nervioso, quería mi ropa. Estaba re perseguido.
Luego subí al auto, y su mamá le preguntó «trajiste el arma»? Querían hacerme sentir más seguro, dijeron que era para cuidarse porque el barrio era peligroso.
Me buscaban de noche en auto para ir al barrio donde vivían y yo no quería ir, porque las energías ya se estaban tornando de más abusivas, quería descansar simplemente en mi habitación. Luego subí al auto, y su mamá le preguntó «trajiste el arma»? Querían hacerme sentir más seguro, dijeron que era para cuidarse porque el barrio era peligroso, pero entonces les dije que iba a dormir en mi posada, que estaba cansado y que me traigan la ropa mañana.
Ya quería alejarme de esa situación, también percibía que le pudieran estar haciendo alguna brujería a mi ropa 🤣, mi cabeza volaba. Así que al otro día me trajeron la ropa, y aunque una parte de mi quería estar un poquito más en esa ciudad, decidí partir, pero como por obra de hechicería, justo exactamente en el momento donde salí con mis maletas para la terminal, a un horario que no iban a imaginar, para poder escapar, llegó la mujer en su moto, e hizo un escándalo en la terminal para que no me vendan el pasaje.
Yo estaba nuevo en Brasil e ilegal, no sabía hablar nada ni entendía como explicarle al boletero que no le haga caso a esa loca y me venda el pasaje. Con gestos de señas le expliqué que me mire a los ojos para que vea que le decía la verdad y que ella mentía. Así que me vendió el pasaje, pero cuando me lo estaba por dar la mujer metió la mano en la ventanilla como para romperlo. Le dije al boletero que le dé el pasaje directamente al chófer. Llegó el chófer y le dio el pasaje, pero la mujer no dejó que subiera las maletas, casi rompe mi equipaje tironeando todo y el chófer se fue asustado, ahí empezó una discusión super grande y entré en un personaje teatral super exagerado, señalándola y diciéndole que estaba re mil enferma.
Todo el mundo en la terminal miró la escena con mucha admiración por lo extraño de la situación, y la mujer se paró de brazos mirándome como diciendo «viste, eso fue para que aprendas».
Después de eso regresé a mi cuarto furioso, y la mujer alquiló un cuarto en la posada para vigilar que no pudiera escapar de la ciudad. Me golpeaba la puerta y la ventana sin parar y cantaba músicas religiosas y de amor de una manera tan tenebrosa que me daba miedo, parecía la película Misery.
Duró horas golpeando la ventana, y a todo esto, el único vecino que me podría ayudar era un africano que tenía pedido de captura en Francia por tráfico de droga. Estaba viajando para argentina a sacar de la cárcel a su amiga colombiana, que también estaba presa por tráfico. El me había convidado una marihuana que fumamos con hoja de biblia, era muy potente, con lo cual aumentaron más mis paranoias. Al cabo de unas horas, la mujer hizo silencio, pensé que había ido a dormir.
Me levanté rápido y salí en busca del primer bus que fuese a cualquier lugar, pero cuando abrí la puerta, se me apareció la mujer en la cara. Me escondí nuevamente y cerré la puerta con cerrojo.
Así que coloqué la cama toda destrozada contra la puerta y funcionaba a modo de trinchera, yo dormía en el suelo atrás de la cama bien abajo del respaldo, la mujer continuó toda la madrugada haciéndome sus cantos tenebrosos y fingiendo que lloraba para hacerme sentir culpable por irme. Mi posición de paranoia abajo de la cama era épica.
Y me acosté fuerte y partí la cama. Ya no podía dormir en la cama. En ese momento llega la madre de la mujer, y me dijo «usted no entiende, ella hace esto para cuidarlo» y yo le dije que secuestrarme no era cuidarme. Entonces luego hubo silencio y quise poder salir de mi cuarto pero mi llave ya no estaba más. Estaba atrapado, sin poder salir. Pensé que me habían robado la llave de alguna manera, la busqué por toda la habitación y no estaba. Luego de eso las paranoias siguieron en aumento, imaginaba que la gente de su barrio vendría a derribar la puerta y comenzar un tiroteo. Así que coloqué la cama toda destrozada contra la puerta y funcionaba a modo de trinchera, yo dormía en el suelo atrás de la cama bien abajo del respaldo, la mujer continuó toda la madrugada haciéndome sus cantos tenebrosos y fingiendo que lloraba para hacerme sentir culpable por irme. Mi posición de paranoia abajo de la cama era épica. Ya mi cerebro no aguantaba, quería gritar y gritar porque esa loca me estaba secando los sesos ya. Pero estaba ilegal en Brasil y no quería que llegara la policía para que no me deporten. Mas o menos, a las 5 de la madrugada ya no soporté el trastorno mental y llamé a la policía, les dije: «estoy secuestrado, Hotel ‘Planalto’«. La policía no entendió bien, así que luego volví a llamar y les repetí lo mismo, llegaron y la mujer le dijo a la policía que yo tenía drogas y salió la dueña del hotel y dijo: «ele é menino, no usa drogas» así que les expliqué a la policía que estaba viajando y que sólo quería seguir recorriendo el país.
Me dijeron que puedo viajar tranquilo que no me preocupe, y a la mañana siguiente pude seguir camino.
Luego en otra ciudad se me volvió a pegar un tipo en la calle, que me hacía caras de perro triste cuando no lo dejaba pararse al lado mío, pero se me paraba muy cerca y molestaba, no me dejaba en paz. Y me empezaba a tirar con agua y decirme que mi guitarra tenía demonios. Simplemente no me lo quería cruzar porque estaba estresado. Salí un rato a comer, y el enfermo me vio a una cuadra de distancia, vino con un baile muy macabro, a molestarme y perturbarme. Yo tenía un esguince en el pie que me había hecho cuando crucé por una barranca para entrar ilegal. No podía correr y el tipo empezó a perseguirme corriendo, y caminé lo más rápido que pude con el pie en ese estado. Todo estaba cerrado en esa ciudad por confinamiento, todos los negocios y todo estaba desolado, solo encontré una panadería abierta y me metí. Les dije a las minas que atendían que ese tipo me estaba persiguiendo y cerraron las puertas con llave y me escondieron. El tipo quedó afuera esperando que yo saliera en algún momento: no se iba a ir hasta que yo saliera.
Así que también llamaron a la policía y lo pusieron contra la pared con escopetas. El tipo me miraba con cara de odio, y la policía me dijo que mejor siguiera a una ciudad siguiente porque cada vez que me viera ese loco me iba a hacer lo mismo. Así que continué camino y aprendí algunas técnicas de envolverse en una burbuja celeste. Es la manera para que no se te pegue esa gente que solo quiere parasitar tu energía. Mucha gente está sin alma, solo viviendo en busca de energía de otros. Por eso la energía es un gran capital que cuidar. La calle te va enseñando muchas cosas, y también te enseña a formar carácter para mandar afuera a quienes solo buscan destruir.
Luego de eso no puedo quejarme de la cantidad de personas maravillosas que fui encontrando en el camino, muchísimos amigos y muchísimas almas que día a día dejan sus sonrisas y le dan sentido al trabajo que uno hace en la calle. Todavía hay mucho por aprender, el trabajo en la calle es diario, todos los días son una nueva experiencia donde toca enriquecerse de aprendizajes y reflexiones acerca de la vida humana en esta dimensión. Nunca creas en la versión oficial del ser humano, todo lo que experimentamos va mucho más allá de la religión o la ciencia. Y estamos más conectados de lo que parece. Me fui, adiós.
LA MÚSICA DE FIDEL:
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